¡Hola lectores!
Si os gusta escribir tal vez os haya pasado alguna vez lo siguiente: tenéis una escena en la cabeza o algo que va a pasar, vuestro personaje tiene una idea en mente, un objetivo que va a llevar a cabo durante las siguientes páginas, os ponéis a escribirlo y...
de pronto, no sabes cómo ha pasado pero tu personaje ha terminado haciendo algo totalmente diferente a lo que iba a hacer en un principio.
Y es que sí, a pesar de que me considero
escritora de mapa,
a veces mis personajes toman las riendas de la historia y hacen lo que les da la gana, cosas diferentes de lo que yo había pensado para ellos.
Los que no escribís probablemente os preguntaréis: ¿cómo puede ser esto? Si tú eres el escritor, el creador, conoces a tus personajes perfectamente y eres tú el que guía su destino y sus acciones... ¿cómo puede ser que de repente se escapen de tu control? Bueno,
pues en mi experiencia personal, aunque yo soy la creadora de mis personajes, a veces ellos evolucionan por su cuenta o simplemente me doy cuenta de que no los conozco tan bien como me creía. Sí, sí, es como si cobraran vida.
Os pondré un ejemplo
Una vez estaba yo escribiendo una novela -que a estas alturas está abandonadísima - y yo tenía muy claro quién iba a ser el interés amoroso de mi protagonista, personaje que no aparecería hasta más adelante.
Entretanto,
ella empezó a interactuar con otro personaje que, en principio, no iba a ser más que un conocido suyo pero...¡boom! ¡qué química tenían estos dos! Fue juntarlos en la misma escena y los diálogos me salían solos, sin que me diera cuenta. Se palpaba la tensión.
Yo estaba en mis trece de que ese no era su interés amoroso así que me empeñé en seguir con lo que yo tenía en la cabeza, cuando era obvio que las conversaciones con el otro chico, por mucho que me empeñara, no me quedaban ni la mitad de interesantes ni de naturales... ¿veis por dónde van los tiros? Yo pensaba que conocía muy bien a mi protagonista y que se iba a enamorar de, llamémoslo Pepe, pero resulta que ella no era así, ella pegaba más con Juanito y me lo hizo ver claramente, aunque yo no le hiciera ni caso.
Un caso parecido
Fue en otra novela diferente. En ella, mi protagonista (también chica) estaba enamorada de su amigo de la infancia, pero esto iba a ser algo bastante secundario, un mero detalle. Yo tenía en la cabeza que él iba a ser un personaje sin demasiada relevancia en la trama, que nunca mostraría el mismo interés en ella y que todo quedaría reducido a un amor platónico de la infancia. Ni siquiera me gustaba el personaje masculino, y eso que lo había creado yo.
A medida que fui escribiendo, fue cobrando más importancia la relación entre ambos, llegué a cogerle mucho cariño a ese personaje que iba a ser bastante secundario y, hasta, llegado un momento, él desarrolló sentimientos parecidos por la protagonista e incluso llegaron a besarse.
Su historia no tuvo un final feliz,
pero algo que yo creía que iba a ser irrelevante terminó teniendo más importancia para ellos de la que me había imaginado.
El más reciente
El caso más reciente ha sido el de un personaje -es una novela coral- de la que
se dice que es una bruja, pero yo tenía claro que eso no eran más que habladurías, ella en verdad era una especie de curandera. En un momento dado del libro, la susodicha se pone a fabricar pócimas y a invocar a los demonios.
¡Se me hizo bruja de verdad! Y yo que tenía claro que eso era todo palabrería, y me salió totalmente solo que ella al final sí que fuera una bruja. Ahí también me di cuenta de que el personaje había evolucionado por su propio pie, fue algo sobre lo que yo no tuve control, algo que simplemente, era necesario para su personalidad y así sucedió.
Así que bueno, a estas alturas ya sabréis que no,
en mi caso, no controlo por completo a mis personajes, y por tanto a veces no controlo por completo lo que pasa en la historia.
Tal vez esos cambios espontáneos te lleven por un nuevo camino que sea mejor, o tal vez aporten algún detalle original y fresco a la trama.
A lo mejor te lo complican todo y te das cuenta de que lo mejor es borrarlo y seguir con lo que tenías en mente en un principio, pero en cualquier caso, yo soy de la opinión de que no se debe reprimir.
Deja que salga, que tus personajes hagan lo que les de la gana, porque a veces resultan ser más sabios que tú.