¡Hola chicos!
Llevo este mes de agosto con baja actividad en el blog y no es porque haya estado de vacaciones. Al revés: he empezado a trabajar a jornada completa y al mismo tiempo y estoy totalmente sumergida en el proceso de autopublicar mi libro durante mi tiempo libre. Y claro, esto implica maquetar, diseñar portada, corregir... mucho tiempo. Por eso llevo unas semanas un poco desconectada, y sin mucho tiempo para pasarme por vuestros blogs, y creo que seguirá así también a principios de septiembre, aunque intentaré sacar algunos huecos. Pero bueno, quería avisaros de que si estoy con menos frecuencia por aquí, es temporal, no significa que os haya abandonado por completo. Y bueno, ahora que ya casi estamos en septiembre y para muchos -yo incluida- este es el verdadero inicio del año... ¡toca el book tag de la vuelta al cole!
Estas son mis dos lecturas actuales y la verdad es que son dos tochos, por eso llevo desde agosto con ellas y todavía me queda para terminarlas.
Este libro me llama mucho la atención por la sinopsis, aunque en realidad he hecho un poco de trampa y ya he empezado a leer las primeras páginas.
Normalmente, todo lo que saca la editorial Duermevela ediciones me encanta y estoy a la orden del día con sus publicaciones. Sin embargo, este no pude terminarlo. Pensaba que me iba a fascinar, teniendo ese aura de realismo mágico y de cuento de hadas, pero se me hizo bola y lo dejé antes de la mitad. No se, no logré conectar en absoluto.
Este libro tardó un poquito en despegar, se toma su tiempo, pero luego resulta ser una historia llena de aventuras y con un ritmo muy ligero, que me enganchó. Me encantaban los dos protagonistas y estaba deseando ver más dinámicas entre ellos, así que por las noches me tenía en vela.
La relación que se establece entre Gévaudan y Cirah me pareció de lo más especial. Una relación fascinante, que pasa de la rivalidad a una especie de amistad o incluso de amor platónico, queda como algo ambiguo que a mí me encantó.
Aleksy, el protagonista de este libro, sufre una notable evolución en muy pocas páginas, cosa que queda muy bien reflejada en su forma de narrar y en las descripciones que hace de su madre.
Creo que ya he mencionado muchas veces que El jardín de las brumas es uno de los libros más bonitos que he leído nunca y que la pluma es una maravilla. Si hubiera escrito yo algo así, ya me podría morir tranquila jaja.